Al hablar de la Tierra como “un planeta en riesgo” no me refiero a los constantes desastres que nos han afectado a lo largo de la historia; si te pones a reflexionar, es difícil encontrar una época durante la cual ningún pueblo haya sufrido las consecuencias de algún “desastre natural”, ya sea los efectos de un sismo, un huracán, una inundación… Es incluso más difícil encontrar algún periodo histórico en el que algún pueblo no haya sufrido las consecuencias de desastres menos naturales, como invasiones, guerras, esclavitud o incluso la misma pobreza.
El hecho de estar expuestos a este tipo de desastres, parece ser algo a lo que la humanidad ha tenido que enfrentarse desde siempre. Pero la expresión “planeta en riesgo” no tiene nada que ver con estos riesgos que afortunadamente solo tienen consecuencias locales y temporales.
Hablar de un planeta en riesgo, es hablar de una situación de auténtica emergencia planetaria (Bybee, 1991), y cabe mencionar que nuestro país no es el único que se está viendo afectado, estos riesgos se extienden a todo el planeta, afectando a todos los ecosistemas y amenazando: con una nueva gran extinción de la que la humanidad sería la principal causante y, en última instancia, víctima (Lewin, 1997).
Hoy tenemos a nuestro alcance el conocimiento que permite comprender los riesgos y adoptar las medidas necesarias. Y esto es algo de lo que los jóvenes estamos obligados a conocer y dar a conocer para contribuir a formar una ciudadanía consciente de los obstáculos a los que nos enfrentamos y prepararla para participar en la toma activa de decisiones, y digo jóvenes porque aunque suene a choro , nosotros somos el futuro del país (ese es el objetivo de la Década de la educación por un futuro sostenible http://www.oei.es/dacada instituida por la ONU para el periodo 2005-2014).
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